En un mundo donde una falsa seudoproductividad se ha convertido en sinónimo de ocupación constante, es hora de replantearnos nuestra relación con el trabajo. Un foco crítico en la energía que dedicamos a nuestras tareas diarias. La verdadera productividad, especialmente como expliqué en el artículo anterior para los trabajadores del conocimiento, no depende tanto de sistemas o herramientas como de nuestra capacidad energética.
El mito de la productividad frenética frente a la productividad consciente
Cuando la pasión no lidera nuestra vida, caemos en la trampa de la procrastinación. Pero el problema va más allá: hemos construido una sociedad que confunde el movimiento perpetuo con el progreso real. Incluso el mejor plan está destinado al fracaso si nos encontramos agotados.
Por eso, aquí va mi primer hábito.
«Desde hace meses, pero de forma más consciente en este 2025, mi receta personal está en vivir en asíncrono por defecto.» ¿Qué significa esto? Muy fácil, me concentro en una sola tarea cada vez, evitando las interrupciones y priorizando las comunicaciones asíncronas. Este enfoque nos permite alinear trabajo con energía y mantener la concentración.
La gestión consciente de la energía
Para optimizar nuestra productividad, necesitamos un enfoque dual. ¿Cómo?
- Si quieres ganar perspectiva, crea dos listas: una con actividades que te drenan y otra con las que te dan energía
- Efectúa ajustes graduales para optimizar el balance, reconociendo que algunas obligaciones «negativas» son inevitables
No luches contra lo incontrolable. No se trata de eliminar todo lo difícil, sino de inclinar la balanza a nuestro favor para lograr más. Y toda esta gestión está estrechamente relacionada con nuestras emociones. Una vieja área que sigue en proceso de investigación. Como nos recuerda la sabiduría ancestral, no existen emociones inherentemente buenas o malas; lo que importa es cómo reaccionamos ante ellas.
Construyendo rutinas sostenibles
Aún se confunde hábito con rutina. Un hábito es una acción que se realiza de forma automática, sin necesidad de un esfuerzo consciente o planificación deliberada. Requiero de repetición constante. Y una rutina es tan solo un conjunto de acciones realizadas de manera intencional y estructurada, pudiendo incluir varios hábitos.
En mi caso, las rutinas efectivas deben ser:
- Flexibles y adaptables a los cambios de circunstancias
- Programadas en el calendario para las actividades importantes
- Respetuosas con los límites entre trabajo y vida personal
- Inclusivas con tiempo para el ocio sin culpabilidad
- Conscientes de la importancia del sueño y el descanso
Mantengo fuertes rutinas saludables de alimentación, sueño y ejercicio de fuerza. Si es posible, incluso más intensas que el pasado año. También continúo evolucionando mi segundo cerebro digital, ese que te explico cómo construir en esta escuela de digitalización.
Pero este año me enfrento a otro gran cambio de enfoque, tan simple como poderoso. Trato de integrar vida profesional con personal. ¡No es fácil, lo admito! Intento vivir esta evolución conscientemente. Tengo la suerte de disfrutar con lo que hago. Y es una virtud. Me hace trabajar con pasión. Gracias a ello, vivo ocasionalmente experiencias autotélicas. Es una suerte, por lo que ya dejé de luchar en contra.
Más allá del mito sobre la búsqueda de la felicidad
La clave no está en perseguir la felicidad como un fin en sí mismo, sino en buscar los desafíos que nos hacen crecer. Ya sea que estemos comenzando un nuevo proyecto, desarrollando nuevas habilidades o explorando nuevos horizontes, es la lucha significativa la que nos moldea y nos hace evolucionar.
Así, mi 2025 supone un paso más hacia el minimalismo. Con un nuevo rebautizado estilo «slow», como ya llevó semanas explicando. Por fortuna, la semana pasada comprobé que mi socio en lo profesional, Lluís Soler Gomis, y yo seguimos alineados. Y esto se aplica no solo a nuestras posesiones, sino también a mis responsabilidades y compromisos. Menos, pero mejor y más valioso.
Conclusión
Recuerda que la verdadera productividad no se mide en horas trabajadas o tareas completadas, sino en el impacto significativo que generamos mientras mantenemos nuestra energía y bienestar. Es momento de abandonar la vieja pseudoproductividad para abrazar un enfoque más consciente y sostenible del trabajo y la vida.
En esta era de sobrecarga cognitiva, debemos ser selectivos con lo que ocupa nuestra mente. Por eso la atención es incluso más valiosa que el tiempo. Solo así podremos crear un impacto duradero y mantener una vida profesional satisfactoria y sostenible.
No te pierdas otros artículos sobre cómo alcanzar tus metas o la slow digitalization.
2 comentarios.