Hace unas semanas, al inicio de este nuevo año, os compartí mi propósito para 2025: convertirlo en el año de la «slow media». Pero esta idea va mucho más allá de un simple lema. Surge de una necesidad profunda en mi vida profesional y, probablemente, también en la tuya. Hoy quiero contarte el porqué de esta apuesta, su evolución hacia mi propio concepto de «slow digitalization» y cómo podría impactar tu forma de trabajar.
Si recuerdas, todo comenzó cuando McDonald’s inauguró su primer restaurante en la Plaza de España de Roma, lo que dio lugar al «slow food». Este concepto, que aboga por una alimentación pausada y social, pronto trascendió a otros ámbitos: medicina, educación, moda… y, por supuesto, los contenidos. Así nació la vertiente «slow media», una filosofía que defiende un consumo más consciente y reflexivo de la información. Este año, he decidido adoptarla como guía para mi trabajo, alineándome con su manifiesto.
La necesidad de un cambio no es ni capricho ni «rabieta». En las últimas décadas, la realidad profesional se ha vuelto frenética, especialmente para los trabajadores del conocimiento, un colectivo cada vez más amplio debido a la automatización y el auge de la inteligencia artificial. Pero, ¿qué significa ser un trabajador del conocimiento? Básicamente, transformar ideas y datos en valor mediante un esfuerzo cognitivo.
La raíz del problema
Llevo moviéndome en esa realidad desde que comencé mi carrera profesional allá por 2001, hace unos 24 años. Proyectos, tareas e interacciones han ido rellenando casi todo nuestro tiempo disponible de una forma agresiva.
Este modelo ha dado lugar a una pseudoproductividad que mide nuestro valor en términos de ocupación constante y no de impacto real. Este enfoque, además de insostenible, nos acerca peligrosamente al burnout. ¿Te suena familiar?
«Slow productivity»: una posible solución al agotamiento
El concepto de «slow productivity», propuesto por Cal Newport en su libro de 2024, aborda este problema desde la raíz. Newport argumenta que la aceleración constante no es sinónimo de mejores resultados. De hecho, los grandes avances de la humanidad —desde Galileo hasta Marie Curie— nacieron en contextos de trabajo más pausados, donde predominaban la autonomía, el dominio y un propósito claro. Existen muchos más ejemplos de personajes referentes, algunos contemporáneos.
Esta visión nos invita a replantear nuestra relación con el trabajo, adoptando ritmos más humanos que favorezcan tanto nuestra salud mental como nuestra capacidad de innovar. Resulta extraño vivir en una sociedad en la que parece que si no estás estresado no tienes éxito. Si priorizas cuidarte antes a ti, te pueden tachar de egoísta. La experiencia nos demuestra que es un primer paso para poder cuidar mejor de los demás.
El papel de la digitalización
Como tecnólogo, reconozco que la digitalización ha sido un motor clave de esta aceleración. Durante años he ayudado a negocios y profesionales a integrar herramientas digitales en sus procesos. Pero lo que inicialmente parecía una solución ha acabado siendo, en muchos casos, un problema añadido.
El acceso constante a información ilimitada y la inmediatez de la comunicación pueden ser tanto un superpoder como una criptonita. El problema no es la tecnología en sí, sino cómo la usamos. Si complicamos en lugar de simplificar, la tecnología deja de ser una aliada para convertirse en una carga.
«Slow digitalization»: Hacia un uso más humano de la tecnología
Aquí es donde entra en juego mi propuesta: la «slow digitalization». Este concepto, que estoy desarrollando, busca optimizar el uso de las herramientas digitales para simplificar procesos y liberar tiempo para lo que realmente importa. La digitalización debería ser un facilitador, no un obstáculo. Una búsqueda que forma parte de mi esencia. Siguiendo el concepto de «kaizen» japonés, creo que siempre hay forma de mejorar estos procesos. La verdadera pregunta sería: ¿hacia dónde queremos dirigir esa mejora?
En este contexto, estoy dedicando mi tiempo a investigar, diseñar y probar estrategias que promuevan un enfoque más humano y eficiente de la tecnología. Estos aprendizajes formarán parte de Befocusy, mi escuela online de digitalización, que verá la luz muy pronto.
Un compromiso con el conocimiento compartido de la «slow digitalization»
Además, quiero ir más allá de la formación académica. Planeo publicar estas ideas de manera abierta y, en algún momento, reunirlas en mi primer libro. No tengo prisa; como diría Newport, lo excelente requiere tiempo. Y si algo merece la pena, es asegurarnos de que esté bien hecho.
Si tú también sientes la necesidad de un cambio, te invito a reflexionar conmigo sobre cómo trabajar, crear y vivir de manera más pausada, pero significativamente más productiva y humana. Al final, todos somos responsables de nuestras vidas. Recuerda: «la culpa está en el pasado, la responsabilidad en el presente y futuro».
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